jueves, 21 de febrero de 2008

En las Escaleras de un Aurrerá III


Después del nefasto día anterior y luego de recibir las mentadas de madre de sus compañeros, por no acudir a hacer el trabajo grupal, Luis sentía que se lo llevaba el tren. El tren no pasaba muy cerca de ahí, así que de cierta forma estaba seguro.
Sin embargo, su "amor propio" era tan grande que nunca aceptó siquiera que lo habían plantado, ni mucho menos aceptó que estaba decepcionado. Él lo llamó un "volado del destino", en el cual le tocó perder, más de la cuenta, por supuesto.
Estaba en uno de esos recesos entre cada clase, y nada interesante parecía sucederle. Su mente todavía estaba en el día anterior, y su corazón, pues ya ni siquiera sabía donde estaba. De repente llega Claudia, una vieja amiga suya, de esas que se conocen desde el kinder, con la noticia menos adecuada para Luis en ese momento.
Silvia había estado con alguien más la tarde anterior...

Que se le dice al corazón entonces? No se le puede dar más explicaciones, porque recordemos que el corazón de Luis estaba muy lejos, más lejos de lo que su propia conciencia le permitía comprender.

Aquella mañana Luis se dió cuenta de bastantes cosas. De su propia indiferencia, de su escaso interés por las cosas. Comenzó subestimando esa cita, y terminó condenandolo a él mismo. Se dio cuenta de que Silvia tal vez nunca le dio tanta importancia a la cita como él, y que Silvia nunca valorará las horas que esperó por ella, en las escaleras de un Aurrerá...


1 comentario:

Anónimo dijo...

Como Silvia hay muchas mujeres de ese tipo...

No cabe la menor duda...

Aquí entra el optimismo y la mentalidad de uno mismo... saber qué hacer ante esas situaciones que en apariencia son insignificantes pero que si te pones a reflexionar... duelen de verdad...

Se cuida...

Saludos.