En las Escaleras de un Aurrerá II

Durante todo ese enorme lapso, a Luis no le quedó mas remedio que sentarse a esperar a Silvia, allí en las frías e incómodas escaleras, que por unos instantes le recordaban a su conciencia propia. El frío y la incomodidad estaban presentes en la memoria de Luis, el trabajo de grupo que no hizo, y todo el montón de cosas que hubiera podido hacer en todo ese rato.

6:45. Cualquier persona habría regresado a casa ya, pero Luis no. No era su primera cita, de hecho. Sabía que la clave era la paciencia, pero no sabía, en efecto, en qué momento usarla. Pensaba que su incipiente experiencia en las citas saliera a flote para ayudarlo en el momento necesario.
Pero eso nunca sucedió, por el contrario, se puso nervioso, no por el hecho de que lo hayan plantado de una forma absurda, sino por la probable razón del porque Silvia lo dejó plantado.

Se temía que Silvia se hubiera ido con alguien de más posibilidade$$$. Pero eso quien lo puede saber? Si algo estaba claro, es que Luis no querría cruzar palabras de nuevo con ella, a pesar de tenerla como vecina en el salón de clases.

Resignado, con el reloj ya marcando las siete en punto, Luis se marchó de nuevo, sin ánimos de tomar un camión, y enfrentándose a los mounstros irreales que atacan a todo amante que acaba de ser plantado: Los Demonios propios.

En ese momento no existió futuro ni pasado, y el presente apenas y se percibía. En ese momento sólo estaba la imagen de sí mismo, recorriendo las agitadas calles del centro. Lo que sucedería al día siguiente quizás fue más interesante todavía...