miércoles, 28 de mayo de 2008

Código de Benevolencia Moral



Una noche estaba yo sentado frente al monitor. Como siempre. Las luces iban y venían en un vaivén incontrolable. Mi sombra estaba tan aburrida que ni siquiera se dignó en salir. Mis ojos estaban tan cansados que dificilmente parpadeaban. Mi boca estaba seca y mis manos estaban rígidas. Mis oidos no respondían y mi mente dificilmente pensaba en algo.

Pensé en salir un rato al patio para respirar. Bajé las escaleras y abri la puerta del patio. Me senté en el piso y me puse los audífonos. Por unos 15 minutos me desconecté completamente del universo. Bueno, para ser sinceros, siempre estoy un poco desconectado. Desde que tengo memoria siempre me he preocupado por los problemas del mundo pero nunca he movido un dedo para cambiarlos o resolverlos.

Que si el calentamiento global, que si la invasión a Irak, que sí ganó el Cruz Azul. Todo eso no me importó durante esos 15 minutos de gloria. Ya tenía algunos años que no lo hacía, y vaya que me hacía santa falta.

Lo que sí, es que cada vez me voy dando cuenta de que el mundo está diseñado para que cada cierto tiempo uno reciba una dosis cuantificada de estrés. Es Así, no hay patrañas de positivismo ni nada, es así, cada cierto tiempo uno se estresa y punto. Y no hay nada que uno pueda hacer para desestresarse satisfactoriamente. Y si conocen algun buen método, pues hablen ahora!





lunes, 12 de mayo de 2008

Mira, nada


Mira mira mira
como salen las espinas
del lugar de donde duerme
tu conciencia, corazón

Mira mira mira
cómo duelen los recuerdos
cómo sanan las heridas
que dejaste, corazón

Mira mira mira
cómo ya no resta tiempo
no nos queda ya más vida
vive todo, corazón

Mira mira mira
Cómo encuentras la salida
ya no hay tiempo para nada
para nada, corazón

Mira ya, no queda nada
ni mis manos, pies ni nada
ya no hay nada que contarte
no soy nada, corazón

Mira ya, no queda nada
ni mis manos, pies ni nada
ya no hay nada que decirte
no eres nadie, corazón

jueves, 1 de mayo de 2008

El Hombre Blanco


Como siempre, nunca sucedió nada en la vida de este personaje. Nunca sucedió nada en realidad. Nada de nada. Todos acostumbraban dejarlo solo y abandonado cuando él más necesitaba compañía.

A raíz del último abandono, el Hombre Blanco se vió orillado a abandonar su forma humana y convertirse en un líquido plateado de curiosas propiedades.

Para hacerlo más simple, el Hombre Blanco se volvió irreconocible ante la sociedad.

No hubo jamás otra fiesta en casa del Hombre Blanco.

El Hombre Blanco jamás volvió a tener un amigo de verdad.

El Hombre Blanco no recuperó su fe en la raza humana y mucho menos en el planeta tierra, y mucho menos fue capaz de recuperar la fe en sí mismo.

No hubo otro Hombre Blanco jamás.

Este hombre Blanco aún vive, se resguarda ante los ácidos comentarios de la gente, ante la indiferencia de aquellos que solían ser sus amigos, ante el frívolo ambiente que él mismo creó. Nadie nunca ha sido ni será capaz de entablar una conversación de verdad con el Hombre Blanco en lo que resta de su vida.

Una vez el Hombre Blanco visitó mi Hogar. Le invité un vaso con agua y accedió. Lo Bebió y de alguna forma me agradeció. Comprendí su infinito dolor e incomprensión. Quize abrazarlo pero su consistencia extraña me lo impidió. Solamente le di las gracias y desde entonces el mundo es distinto.

Para mí, y para el Hombre Blanco.