lunes, 25 de febrero de 2008

El Apolónico (fragmento)

(Es el día veinte de diciembre del 2012. Están Apolonio y Victoria de pie frente a un fondo negro. Ella lleva puesto un vestido tinto y él viste de camisa gris y pantalón negro. Hay una pequeña mesita en el centro, sobre la cual está una botella de vino tinto y una copa vacía. Apolonio tiene una copa con vino en la mano. Discuten)

Apolonio: Entonces supongo que me dejarás por ese imbécil, ¿no? El amor de tu vida, le llamas...

Victoria: No veo porqué no, de cualquier forma tu y yo tenemos meses enteros sin estar juntos. Vienes y me visitas cada que te sientes triste, supuestamente. ¿O acaso lo niegas?

Apolonio (Arrojando la copa al suelo con fuerza, espantando a Victoria): ¡No, no puedo negarlo! Por eso me molesto, carajo. Tengo tanto tiempo sin tocarte como quisiera, aunque sólo hayan pasado unas horas...

Victoria (Haciendo a un lado los trozos de vidrio que quedaron regados): ¿Unas horas? No me digas que consideras aquel besito de bienvenida como un contacto físico. ¿Tan poco hombre eres? Cálmate, que así nunca resolveremos nada. Y es que debí suponerlo, tu nunca has sido más que un pobre bipolar estereotipado.

(Llega Juan, el amigo de ambos, vestido con una bata de seda, y trata de calmar los ánimos)

Juan: ¿Qué les pasa, amigos?

(Apolonio arremete contra Juan, lo tumba y empieza a golpearlo en el suelo. Victoria se lleva una mano a la frente, sin hacer nada para detener la golpiza. Se acerca a la mesita, toma la copa vacía y la llena de vino. Se escuchan los gritos de dolor de Juan. Apolonio se detiene, Juan se retuerce en el suelo y solloza)

Apolonio: Así, así es como deberían pagar todos. Así es como quisiera dejarte, Victoria. El problema es que te sigo queriendo, con todo y tu piel que nunca se calienta.

Victoria: ¿Mi piel nunca se calienta?

Apolonio: Al menos yo nunca la he sentido así.

Victoria (sonriendo): Entonces no haces bien tu trabajo, querido.

(Se escucha un reloj de fondo y estridentes campanadas. Victoria y Apolonio ponen cara de sorpresa. Juan se retuerce)

Victoria: ¿Ya es medianoche?

Apolonio (poniendo un gesto frío, fijando la mirada en el suelo): Si...

Victoria: Entonces, ha llegado el momento.

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