lunes, 22 de junio de 2009

Eje


Restos de sigilosas escaleras observan con detenimiento al improvisado turista que se adentra en lo profundo de las ruinas urbanas. Sombras parecen moverse de un lado a otro, personificando los injustificados miedos del visitante. El corazón le palpita tan rápido y tan fuerte, que pareciera que las ondas de sonido provocadas por su pecho son las culpables de que el polvo adherido a las sucias paredes caiga lentamente al suelo del lugar.

"Quien anda ahí?" pregunta su voz interior. Nadie le responde. Está sólo en el corazón de alguien más. Las tímidas escaleras crujen con verguenza ajena. Acaban de delatarse, y el turista se aprovecha del momento y se sienta en un escalón accesible.

Piensa en lo absurdo del momento presente. Sonríe cuando ve que un brillo denso entra por las ventanas adjuntas. Es la señal inequívoca de que el mundo está por terminarse, y de que la pesadilla en la que vive es sólo un producto no deseado de su imaginación despierta.

De la sonrisa que tenía, sólo queda un esbozo de indefinidas comisuras labiales. En su rostro, la mujer de la que formó parte segundos atrás. Ella no lo sabe, ella no lo sabe.

1 comentario:

Løko® dijo...

Nunca sabremos lo que pasa por la mente de los que nos rodean... quizás con su comportamiento o su forma de hablar nos demos una idea... pero aún así... denota una diferencia entre lo que suponemos que ellos piensan a lo que realmente es su pensamiento...

Creo...

Saludos.