domingo, 15 de marzo de 2009

Arroyo


Yo siempre supe que no era buena idea insistir en molestar a las cabras que pastaban alegremente en el arroyo. Lo que pasa es que se me hacía bastante chistosa la idea de que unos animales (no importa la especie) se encontraran pastando en lo que se supone debería ser un arroyo lleno de agua.

Una de las muchas preguntas que circulaban alegremente por mi cabeza era obvia: ¿Cómo habían hecho las cabras para entrar al 'lecho' del arroyo? Busqué una y otra vez a algún pastor que contestara mi pregunta, pero al principio no me fue posible encontrarlo. Luego, con un poco más de observación (bendito sea el método científico) pude encontrar al pastor en la figura de un niño, cuya afición por las maquinitas lo había distraído un poco de sus actividades cotidianas de pastoreo.

¿Será mejor el niño jugando maquinitas que cuidando cabras? Juzgue usted, querido lector.

Total, seguí caminando. La foto en realidad se me ocurrió gracias al miedo. Sí, al miedo que me provocó un espantoso Doberman que esperaba pacientemente a que yo, un peatón cauteloso y apresurado, pasara junto a él para ser su desayuno. Bueno, más bien su almuerzo, puesto que ya daban las 12 del mediodía. Como tuve la suerte de divisar al dichoso perro unas cuantas casas antes de pasar a su lado, decidí cambiarme de acera, sólo para darme cuenta de que junto al arroyo no había ninguna acera.

Entonces, me fui caminando junto al borde del arroyo y fue ahí que me encontré con dichas cabras. Cuando pasé frente al Doberman, lejos ya de su alcance, me miró con cierto rencor. Creo que, si mal no recuerdo, lo escuché gruñir.

No paso muy seguido por ese arroyo, pero sin duda cada que lo hago suceden cosas dignas de resaltarse. Como aquella vez que creí ver una serpiente larguísima, pero no resultó ser más que una tira de hule, que en sus mejores tiempos debió ser una llanta.

Pronto vendrán los tiempos de lluvias y sin duda será más interesante pasar por ahí. Con un poco de suerte (mala, por supuesto) la corriente del arroyo me tragará y terminaré anclado en una oscura alcantarilla dentro de la fase 'underground' del arroyo del Guayabo.

(música de terror)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te comprendo mi friend :(

Rodolfo Escobar dijo...

Me recordó mucho a Puente de Ixtla,Mor. Ahi hay un arrollo casi seco en medio del pueblo, en el fondo de un pequeño cañon. Es bastante extraño porque sus laderas estan llenas de cientos y cientos de ollas y sartenes viejas, como una imagen surrealista. Cuando estaba chico me daba miedo atravezarlo en la noche porque, segun decian, ahi vivía una jauria de perros salvajes.

Saludos

Anónimo dijo...

Ese perro era yo...

... llamandole desde el concierto de Radiohead sin obtener respuesta, ahahaha... Lo siento, tenia que reclamarselo!

Me gustó eso que escribió... Hace que uno se imagine todito el paisaje...

M.