domingo, 14 de septiembre de 2008

Yo te aconsejo que mejor los lleves a arreglar...

... porque aquí en Lagos no vas a encontrar de esos. (Esa frase nos la dijeron un millón de veces y no hicimos caso)

De la necesidad nace la aventura. De la aventura se desarrolla el morbo. Del morbo nacen las ganas de pasarla bien, o mal, según sea el caso. Hoy es Viernes, hoy soy libre hasta el Miércoles, escolarmente hablando, y hoy el Papa (Mi amigo Juan Pablo, para no crear problemas con la iglesia católica) necesita rines para su automóvil Mustang ’95. Y hoy, por cierto, dichos objetos no existen.

Dejamos a Richard y a Pelancho a su suerte justo enfrente de la Parroquia. Hacía un calor del demonio, irónico, puesto que ya ni la parroquia se salvó del calorón del citado personaje, a pesar de estar protegida por Dios. Luego, bajando por Leandro Guerra, el buen Papa me hace la pregunta del millón.

-Wey, que tienes que hacer ahorita? – Pregunta, exigiendo obviamente una respuesta clara y concisa, o tal vez no.

-Nada wey, porqué? – Respondí.

-No me acompañas a ver si aquí encuentro rines para el carro?

-Simón – Respondí, puesto que cuando uno conversa con el Papa no es necesario dar muchas explicaciones sobre las cosas o sobre las respuestas.

Nos dirigimos pues a la zona de la Plaza Capuchinas, a un local de refacciones enorme que está justo enfrente de Bodega Aurrerá. “Aquí seguro encontramos los rines” Exclamó Juan, y como yo no soy muy conocedor de estas ondas automovilísticas, supuse que Juan estaba en lo correcto. Nos recibió una señora que estaba viendo un automóvil rojo destrozado. Su respuesta fue dura y directa: No hay rines para Mustang, y menos para el modelo ’95.

No nos desanimamos, y como prueba de ello nos dirigimos a la “Y” (obra negra célebre por que al parecer permanecerá así durante siglos, gracias a la ineptitud del gobierno) a buscar los rines en otra refaccionaria, donde, según Juan, era segurísimo que podríamos hallar dichos artefactos. Nos recibió un fulano, que al ver el Mustang, inmediatamente nos dijo que no tenían refacciones para ese modelo.

Recorrimos el libramiento casi enteramente y la historia se repitió unas 5 veces, encontrandonos con personajes cada vez mas extraños y fascinantes. El calor persistía y en ocasiones empeoraba gracias al color Negro que recubre al Papamóvil. Durante el camino, platicamos de un montón de temas bien distintos y controvertidos, entre ellos, el tabaco, los hijos, el gobierno, la Unión de San Antonio, la escuela, y el clima. Sólo nos faltó la inmortalidad del cangrejo.

Terminamos el trayecto en la gasolinera que está en la salida a San Juan. Allí, toreamos a los tráilers que amenazaban con terminar cruelmente nuestras existencias. Sorteamos un número interminable de charcos malolientes y botellas de cerveza regadas por el suelo. Sobrevivimos a las maniobras de los traileros que se echaban en reversa sin darse el tiempo necesario para ver si no se llevaban a alguien en el intento. Llegamos a una refaccionaria modesta y una señora nos dijo que no tenía rines para Mustang (fue la séptima ocasión en el día que escuché la misma canción) pero que bien nos podía vender cualquier otro tipo de rines. Juan Pablo tuvo la bondad de despedirse con un “Déjeme ver, gracias” y salimos de ahí. Compramos unas paletas, en un intento desesperado por mitigar la temperatura ambiental, al menos por unos minutos, y posteriormente salimos hacia la ciudad. Duramos casi una hora y media buscando los mentados rines, y al final nos fuimos con las manos vacías, sin embargo, conocimos tantas zonas “no turisticas” de la ciudad, que ahora ya sabemos por donde no pasar cuando tengamos visitas y nos veamos en la necesidad de mostrarles la “capital del espíritu provinciano”.

De regreso en Lagos, el Papa pisó el acelerador con determinación, mas o menos a la altura de la feria (que por cierto pasó desapercibida para mí este año) y nos percatamos que del otro lado de la carretera había un local enorme con una pared repleta de rines. La llamamos Rintitlán, reímos y tratamos de esconder esa sensación inevitable de “chingado, ahí debe haber rines para mustang”. Ya será para la otra.



1 comentario:

DÆMOИ dijo...

...y si había rines para el mustang en el ultimo lugar...?


Changos, en Lagos casi siempre pasa que nunca se encuentran las cosas cuando las necesitas, bueno, acá (León) tampoco...

Al menos iban en papamovil, yo tengo que andar en urbano/oruga jaja

Saludos