martes, 10 de noviembre de 2009

La amante perfecta


Llevábamos anoche una conversación amena a lo largo de la calle. Aunque el frío calaba hondo en los huesos, su verborrea me mantenía cálido, como lo haría la más gruesa de las cobijas. Miraba la profundidad de sus pupilas y la tonalidad de su iris, y me pellizcaba a propósito, detonando sus femeninas risotadas. Caminábamos en sentido opuesto a los automóviles, y si alguien me miró o me reconoció no me interesa en realidad. Estaba tan anonadado con mi amante perfecta que no habría tenido tiempo para saludar a nadie.

Cuadra por cuadra, esquina por esquina. Ya conocíamos la ruta de memoria, al menos tan bien como nos conocemos el uno al otro. Ella ha aparecido en mi vida de manera espontánea y con el paso de los meses se ha encarnado profundamente en mi rutina. Brilla en mi interior con tanta fuerza como lo haría la mismísima llama del Espíritu Santo en las más sombrías tinieblas. La firmeza de su acento me abofetea, y la pureza de su sonrisa me ha hecho morder el anzuelo más certero que jamás antes se había presentado ante mí. De esto último no estoy tan arrepentido. Después de todo, se trata de mi mujer perfecta, la que pedí al cielo una noche, lloroso y miserable.

Ella conoce mi pasado y es casi un archivo histórico viviente de mi persona, un contenedor de mis memorias más importantes y también de las más inverosímiles. A veces me percato, con horror, de lo acertadas que son sus predicciones. Está tan familiarizada con mis decisiones, que cuando cometo algún error se limita a mirarme con los ojos llenos de conmiseración y me dice “te lo dije”. Es sabedora, de cabo a rabo, de todas mis aficiones y pasatiempos, y los comparte conmigo, por más simplones o excéntricos que sean. Es por eso que la quiero tanto, por que es la mujer perfecta, la que pedí al cielo una noche, lagrimoso y suplicante.

Seguíamos caminando. Recordé que la oscuridad la incomodaba muchísimo, así que hice lo posible por evitar las penumbras de la calle. Nos dirigíamos de una luz a otra, corriendo, como quienes esquivan la lluvia. ¿Qué importa que las personas nos miren con desdén? ¿Pensarán acaso que estamos locos? ¡Qué más da! Ella es la mujer perfecta para mí, y el resto del universo me parece falso cuando estoy a su lado. Una vez que entramos a una zona con un poco más de actividad humana, llena de bares, establecimientos y demás luces variadas, nuestra conversación deja de basarse en las risas y se establece de pronto en el territorio de lo concupiscente. Su tono de voz se suaviza, sus palabras salen de sus labios de forma lánguida y sensual, y de repente ya no le tiene miedo a nada, ni siquiera a las sombras que tanto la persiguen. Prosigo nuestro cálido y un tanto romántico diálogo, y me la llevo, sin dudarlo un segundo, al tronco de un árbol decrépito. Allí la instalo, la rodeo con mis brazos y la dejo sin escapatoria. Es completamente mía, soy enteramente suyo.

Pasa la gente junto al árbol y se nos quedan viendo, y yo pienso: malditos puritanos. ¿Es que es ilegal querer tanto a mi mujer perfecta? Yo sigo hablando, no me detengo, selecciono mis palabras con cuidado, ella se sonroja. ¡La he intimidado! Mi lengua se ha soltado sin vergüenza, le recito poemas, los voy ideando al instante. Su belleza… Empiezo a pensar que su belleza no debería ser permitida en este planeta, y sin embargo, no deja de ser mi mujer perfecta. ¡Que no pare nuestra conversación! Hablo, a veces, en voz alta, y a ratos surge una voz trémula de mi garganta. Ella luce fascinada, ella no para de hablar, ella lo es todo y no es nada, ojala pudiera imitarla, pero me limito a conquistarla con palabras, arrojadas como flechas llameantes, con un destino fijo: su corazón.

Una de las personas que va pasando por la banqueta que está al lado del árbol me da dos palmadas en el hombro. Es mi psicólogo.

“¿Otra vez hablando solo?” me pregunta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

nOoo0ooo!!!.. temía tanto qe así terminara el texto =( ..solo en mi mente srito.. solo en su mente .. esas personas tan intangibles.. pff.. qe qoraje.. a seguir hablando solos

Anónimo dijo...

A veces me gustaria saber si tus escritos estan basados en experiencias personales, o es que, unicamente se basan en añoranzas, o en lo que tu imaginacion desglosa tras hacer un analisis exhaustivo de todo lo que sucede a tu alrededor, porque, desde mi perspectiva, cuando te observo con intencion analitica, me parece, que asi es como te manejas. Me agrado mucho, este en especial, pues, no se, no he hablado mucho contigo, y no se si andes enamorado, pero me daria muchisimo gusto si asi es. Te quiero mucho, no lo olvides.


Nicte.

Karel Franco dijo...

meee encanto!
en algun momento pense
que hablabas masomenos
de algo que me habia
pasado, sin embargo
mi final fue mas tragico
era real y solo se fue!..
bien dicen que todo
por servir se acaba no?

bien rocalfo!