martes, 21 de julio de 2009

El Muro de la calle P.



Pasa la tarde, camino apresurado por la calle A. El sol cae encima de mí con una pesadez equivalente a una, dos, tres ballenas preñadas. No hay piedad en la calle, las sombras no existen, me siento desprotegido, ¡este no es mi hábitat natural! (siempre había querido iniciar un relato de esta manera, aunque me temo que este párrafo terminará siendo muy ajeno al resto del texto. Continúo)


La calle A. es tranquila y armoniosa. Los colores de las fachadas lucen una tonalidad especial, una que irradia calidez y plenitud, a pesar de que algunas de ellas siguen en pie de puro milagro. La gente se ve animada y en su efusividad se limitan a ignorarme. Desde que tengo el cabello corto, mi presencia es tan irrelevante que hasta me siento fantasma. Eso me da la invaluable oportunidad de observar una cantidad lujosa de detalles sin ser tomado en cuenta. Los únicos que me hacen caso son los perros, con quienes tengo pleito casado desde que uno de ellos casi me deja sin dedo índice en mi mano izquierda. Tenía 7 años.


Los perros me resultan inverosímiles ahora y trato de evitarlos a toda costa. Yo sigo caminando, elijo el camino “incorrecto”, que me llevará a un lugar que a nadie más le resulta importante, especial o notable (esto debe ser tomado como una suposición y no como una egoísta afirmación). Voy sorteando docenas de perros y sus respectivas cacas, así como alguno que otro cancel que obstruye el paso de la acera, gracias a un negligente (el dueño de la casa con cancel) que cree que en esta parte de la ciudad los transeúntes no existimos. Esto refuerza la idea de que soy irrelevante en estos paisajes. Voy cruzando aceras, evitando canes y cerrando canceles porque no tengo nada en que pensar, nadie a quien dedicarle un pensamiento, nadie a quien escribirle versos previamente reflexionados y firmados en plenitud de mente y corazón. Paso a paso llego a mi destino, que es igual de prescindible que yo.


(En determinado punto del trayecto me metí a un terreno baldío y pisé una serpiente. Este hecho en particular no tiene nada que ver con la anécdota que estoy narrando, pero al momento de recordarlo me pareció buena idea mencionarlo. Continúo)


Uno que otro automóvil pasaba a mi lado. Sus pasajeros me miraban con una genuina curiosidad, y con la felicidad de quien no tiene que recorrer esos trayectos ascendentes a pie (en este punto estaba ya subiendo un cerro) ni por necesidad ni por gusto. Si yo tuviera que hacer una confesión justo ahora, diría que estaba subiendo ese cerro, soportando miradas ocasionales, rayos solares insufribles, serpientes, perros, cacas y canceles nadamás por simple y llano gusto, mundano placer, barato entretenimiento. No tenía intenciones siquiera de tomar fotografías. Esta vez sentía que lo único que realmente me provocaría alegría era subirme a ese cerro y observar con perplejidad infantil al muro que rodea al residencial Alcaldes.


Me senté en una piedra común y corriente y me dispuse a contemplar las formas del citado muro. Es de color gris, y está lleno de unos arcos bastante singulares. En algunos de ellos hay espacios que contienen bugambilias, en otros no hay más que basura. Desde donde estaba sentado, podía bajar por la misma calle que usé para subir, ir hacia el noroeste y perderme en el recorrido de otros cerros deshabitados, caminar hacia el oeste y llegar a una colonia que en realidad nadie quiere conocer, ir al este y estrellarme contra el muro, o ir al sur y llegar por fin a mi hogar.


Decidí caminar por el sureste, que no mencioné nunca. Siguiendo el recorrido ondulante de la calle P. que pasa junto al muro (el sureste inmediato terminó por llevarme allí) recité una y otra vez mis faltas y preocupaciones. Murmuré una letanía que sinceramente me es difícil recordar, y sólo llegan a mi mente unas cuantas imágenes aisladas de personas, objetos y situaciones que ahora dudo que hallan estado allí en realidad. Incluso puedo afirmar que el cielo se nubló ligeramente durante mi recorrido de la calle P. siendo que hasta antes de llegar allí había estado disfrutando (esta afirmacion es cuestionable) de las bendiciones del Señor Sol Astro Rey. Aunque como ya mencioné, he olvidado muchas cosas de la letanía que fui rezando durante mi caminata por P. Street, sí puedo recordar que no mencioné el nombre de nadie, de ninguna persona en especial o de algun momento triste. La calle sí que era triste, contraria a la calle A. que fue donde inicié mi trayecto. ¿Cómo fue que en cuanto llegué al muro de los lamentos, el ambiente se transformó tan drásticamente?


Bueno, hasta hace unos párrafos atrás simplemente lo llamaba muro. Después de que me percaté de la misteriosa atmósfera que lo rodeaba, y de que mi letanía estuvo compuesta casi en su totalidad por lamentos (recordemos que de esto no estoy muy seguro aún) decidí bautizarlo así, como el muro de los lamentos.


(El muro terminó por llevarme a la calle J., que es descendente y cuya inclinación es hasta cierto punto peligrosa. La calle J. se cruza en determinado punto con la calle A. Cuando terminé de bajar por la calle J. y giré a la derecha para caminar por la calle A. me encontré a un viejo conocido. La conversación que sostuve con dicha persona fue tan superficial que llegué a la puerta de mi casa, que se ubica en la calle E. y que termina precisamente en un baldío de la calle A., con una sonrisa espléndida. No fue sino hasta que llegó la noche cuando me sentí con el humor suficiente como para suspirar, preso del nostálgico recuerdo de aquel muro de los lamentos, mismo que desde aquella tarde no he vuelto a visitar jamás.)


Datos geográficos irrelevantes:


Cuando comenzé mi relato, mencioné que iba caminando por la calle A. Si hubiese seguido caminando por la calle A. en línea recta sin detenerme, habrían bastado apenas 5 cuadras para toparme con la esquina de E. y A. que es donde se ubica mi casa. Sin embargo, en determinado punto de la calle A. di vuelta a la derecha (donde se encuentra el seminario) y caminé por la calle H. Viré hacia la izquierda, di unos pasos en una pequeña curva y luego me fui a la derecha, por una calle cuyo nombre no recuerdo pero que por ahora bautizaré como L. Ahí en L. me encontré con los perros, las cacas y los canceles abiertos, y para mi desgracia, ese martirio se habría de prolongar a menos de que hiciera algo para evitarlo. La primera cuadra la caminé por el lado de las residencias, y antes de pasar a la otra cuadra, decidí que ya había estado bueno de perros, cacas y canceles abiertos y que lo mejor era cruzarme al terreno baldío, que contenía una serpiente (quizás muchas, pero afortunadamente sólo encontré una). La pisé (fue un accidente) y seguí caminando, sorteando montones de basura y plantas que en su momento creí venenosas hasta toparme con la calle que sube hasta la roca donde contemplé el muro. Es necesario (en realidad no lo es) mencionar que el terreno baldío colinda con un sector del muro que está bastante jodido. Esta observación puede ser despectiva, y es que a pesar de que en mi mente se desarrollaban pensamientos que no eran muy gratos del todo, aún soy capaz de discernir entre lo que es bello y lo que está escandalosamente madreado.


8 comentarios:

Rodolfo Escobar dijo...

Después de tan buena y detallada descripción no pude evitar tratar de encontrar ese lugar. Según los datos y tomando como referencia el seminario de lagos guiándome con un mapa turístico y lo que creo que es este mismo en google maps, ubique la posible calle A. El terreno baldío es uno de estos tantos de esta zona: mapa Es difícil saberlo porque no se de que lado y altura de la calle l está, pero la elevación del terreno y la foto me hace suponer que el muro empieza enfrente del edificio que tiene dos terrenos del lado izquierdo de lo que creo es la calle L, aunque creo eso no concuerda con la descripción de la calle P pero si con con la calle J, la verdad no se, ahí pierdo el rastro. Chale, ya es la una y media. Que tan cerca estuve?

Alvaro dijo...

Estupendo mi amigo, esta bastante revoltoso tu trayecto, muy accidentado, y en un punto, aburrido...

pero imagino yo, que si detallara mis odiseas, serian igual o mayormente repetitivas

Román Villalobos dijo...

Compañero Luyten, si, diste en el clavo, ése es precisamente el residencial alcaldes, y lo que lo rodea es el muro del que hablé. Ahí estan, efectivamente, los terrenos baldíos, y la calle P.

Se ha sacado usted un 10 en Geografía!

En cuanto a tí Alvaro, ese trayecto lo recorrimos, de hecho, en una ocasión que fuimos a la casa de Alejandro sin tener nada que hacer. Lo recorrimos casi de la misma manera!

Addi. dijo...

Ese Rodo
pues tu talento al escribir este tipo de relatos tan cotidianos es que no los transformas en tediosas rutinas y le sacas hasta la última gota de poesia a todo lo que ves
una vez más,bien echo grandisimo marica ;)

Master dijo...

Genial, quizas no tanto para la serpiente jaja.

Segun yo tenia prisa para irme de la computadora pero... te habian dicho que es dificil interrumpir leer lo que escribes? me atrapo de nuevo y tuve que leerlo todo jaja

A n g e l dijo...

Una descripcion detallada de algo que podria tildarse de inverosimil y onirico, la forma en como describes la luz del sol en las paredes de las calles es algo que de inmediato me hizo pensar en esos ratos que paso al atardecer en los parques, el sol dando a galope, el color tornasol que las cosas toman al verse frente los rayos del sol...

A veces una simple caminata se puede tornar una aventura, y generalmente ese tipo de caminatas son las que mas se disfritan, por las situaciones que ocurren en esos sucesos, o bien, por que no son planeadas, o las dos...

Chingona entrada Rocalfo...

Rodolfo Escobar dijo...

Orale, si le atine ja. Lo difícil fue el seminario porque en el mapa, que ya no lo encuentro, estaba muy tosco todo pero me guie por la avenida de cuatro carriles.

Ese Enterteiment! es duro de hallar, cuando por fin encontré un enlace que funcionara me vengo dando cuenta que esta en noseque formato y no lo puedo reproducir...¬¬ Acabo de encontrar otro pero mañana que este en mi casa lo bajo a ver si este si esta en mp3. Lo quiero por Ether, esta muy chingona y es la única que he oido de GOF.

Alice. dijo...

Wow O:

qué narración tan detallada.
es mucha paciencia la que debes de tener para escribir así, yo no hubiera pasado del segundo párrafo.

Pero creo que lo que más me gusta, es esa atmósfera nublada que creaste :)
me sentía en una calle desagradable y llena de cacas, oh sí.

Saludos C: