sábado, 26 de julio de 2008

De Camiones

Mucha gente me pregunta si a mi me gusta practicar deportes. Con orgullo les platico que uno de mis deportes favoritos es el que explicaré a continuación.

Esta sencilla actividad consiste en acudir a la parada de un camión, de preferencia la mas concurrida de la ciudad (en el caso de Lagos, el lugar se llama Mercado) y quedarse parado ahí unos 15 o 20 minutos, haciendo como que se espera el camión cuando no es así. La mejor parte es cuando finalmente se decide cruzarse la banqueta a media calle y decide caminar hasta su destino, despues de haber desperdiciado intencionalmente un cuarto de hora que bien podriamos haber utilizado pensando en la inmortalidad del cangrejo.

El pasaje de camión en Lagos cuesta 4.50. Uno podría pensar que los camiones ofrecen un buen servicio por ese precio. El problema es el camión mismo. Son sorprendentemente viejos y espantosos pero bien vale la pena aventurarse y subirse a una de estas reliquias mecánicas. Curvas desprevenidas, frenados inesperados y sobre todo, poca ventilación, hacen que tomar el camión sea una experiencia más que divertida.

Cierto día, practicando mi deporte favorito, el cual describí arriba, tuve una jornada espectacular. Rompí mi record de espera, acumulando 23 minutos ahi parado como monigote. Cabe destacar que tenía una intención primaria de tomar el camión. Lástima que en esos 23 minutos no pasó un solo camión. Bien, tomé la decisión de que ya habia estado bueno de hacerme menso y crucé la calle, tal como estaba planeado. Caminé, con la mochila a cuestas, unas 7 u 8 cuadras. De pronto empezaba a llover. Habría estado fantastico el trayecto de no ser porque mi celular estaba descargado y no podía endulzar la húmeda experiencia lluviosa con música.

Eso la transformaba en una pesadilla. Entré a una tiendita cuyo empleado estaba entre ebrio y aburrido y compré una cocacola de botella. No sé si me estafó pero total que salí de ahí sin un centavo. Cuando iba a dar la vuelta para bajar por Lopez Cotilla (calle célebre porque cada que llueve se convierte en río) un ruido estridente me hizo sentirme miserable.

Era el camión, ruta Vista Hermosa-Cristeros, hermosamente vacío.

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