Tenía unos 7 años cuando me enamoré por primera vez de una niña. La chica en cuestión, cuyo nombre es irrelevante mencionar, me parecía en aquel entonces sinceramente hermosa, lo suficiente como para ser la destinataria de mis primeros poemas. Dicho sea de paso, éstos poemas eran sencillamente una imitación de las obras que aparecían en los libros de texto de la SEP, pero con algunas palabras cambiadas. Yo que creía que si mi maestra leía mis poemas, me tomaría por plagiario y me expulsaría de por vida del instituto.
Volviendo a la chica, creo que es necesario indicar que ella, al igual que todas las demás chicas de mi salón, era algo difícil de alcanzar, casi inconquistable, para un chico de mis características. Además, no era yo el único admirador con el que esta chica contaba. Para nada, éramos varios, cada quien, supongo, haciendo su lucha a su manera, de tal forma que todos conocían perfectamente quienes eramos los enamorados de la señorita en cuestión sin que ella se diera cuenta realmente de que tenía fans. El tema de conversación en el receso no era otro más que "Oye, adonde se fue Fulana?", "viste qué bonita se veía hoy?", "a mí me dijo que su sandwich era de jamón", etc.
Pues bien, como yo no tenía idea de cómo manejar esa situación, me dije para mis adentros: "Cuando sea la fiesta del 16 de Septiembre, le declararé mi amor". Se llegaba la fiesta escolar y yo me acercaba a la jovencita, supuestamente decidido a tirar las barreras de la amistad para comenzar un noviazgo apasionado y auténtico, como cualquier noviazgo de Segundo de Primaria de aquella época, y siempre me quedaba con las palabras en la lengua. Llegado el momento, ésa declaración en particular era increíblemente difícil de pronunciar, a pesar de haber pasado horas el día anterior repitiendo una y otra vez la frase "quieres ser mi novia?" y de pensar que al día siguiente sería pan comido mencionarla frente a la depositaria de mi enamoramiento prematuro.
En aquel entonces, mi mejor amigo estaba en el salón de 2°B y me platicaba que su maestra titular los hacía escribir planas con la palabra "Medecina". Observabamos a la maestra y se nos hacía increíble que una profesora de español de un instituto tan respetable como el que nos veía entrar día con día tuviera el pequeño defecto de querer obligar a sus pupilos a escribir Medecina y no Medicina. A raíz de ese episodio ortográfico, no puedo mirar el letrero de una farmacia sin reír para mis adentros. Quien también rió al enterarse del episodio ortográfico fue la chica de la cual yo estaba perdidamente enamorado. Cada vez que reía, yo sentía que temblaba el suelo bajo mis pies, que el cielo partía las nubes en dos sólo para mostrarme el brillo del sol y mil cursilerías por el estilo. Yo solía escribir ese tipo de sensaciones melosas en una pequeña libretita barata que guardaba celosamente en un cajón, mismo que se vió ultrajado un día por mi mamá mientras buscaba unos lentes.
El error fue mío por poner mis primeras composiciones edulcoradas en el mismo cajón en el que mi madre guardaba sus lentes de confianza.
Ella se enteró de lo que me sucedía y a pesar de que yo estaba muerto de la pena, ella no dijo nada en especial y se limitó a devolverme mi libreta vieja, misma que jamás volví a usar. Después de ése hecho, que ha quedado grabado en mi memoria como luces de neón en un boulevard, procuré ser mas cauteloso con el enamoramiento, de modo que sólo yo llegué a enterarme por completo de las cosas que me sucedían, que llegué a considerar indelebles en su debido momento y que hoy he olvidado por completo. Pero existen algunas excepciones a esta amnesia involuntaria. Una de ellas consiste en el hecho de que jamás he podido hacer a un lado el recuerdo de aquel 30 de abril en el que tuve la oportunidad más clara de declararle mi amor a la citada chica. Aún siendo tan clara, esa oportunidad seguía pareciendo algo tan increíble que me hizo preguntarme durante todo ese día si realmente esa chica había estado tan cerca de mí como mis ojos me lo hicieron creer o si fue una clase de espejismo generado por el nerviosismo. Sí, al final resultó ser cierto, pero ya era demasiado tarde, puesto que el día había terminado y otra vez me había quedado con las palabras atoradas en la lengua.
La cosa no terminó allí. El siguiente año escolar se me fue, entre otras cosas, en buscar una oportunidad para darle a conocer mi amor de una vez por todas. No era una misión fácil puesto que yo estaba preocupado por otras cuestiones, como las malditas fracciones. Éstas operaciones en específico me provocaron sendos dolores de cabeza a lo largo del Tercer grado de primaria. Se me hacían completamente ilógicas e inútiles. Una prueba clara de ello es que jamás he ido a la tienda y dicho:
-Me puede dar por favor un cuarto menos de medio kilo de una octava parte del costal de papas?
Precisamente, siempre me quedaba como costal de papas cuando me hablaba la chica de la cual yo seguía brutalmente enamorado. A mis 8 años, el mundo me resultaba algo inmenso, amplio y lleno de oportunidades que parecían prometedoras pero sinceramente lejanas. Mi intención era conquistar a esa chica y mantener viva esa relación hasta el matrimonio, mismo que debía durar más o menos hasta el final de los tiempos. Ése pensamiento finalmente me orilló a tomar la determinación suficiente como para declararle mi amor de manera concisa, clara y directa.
Lo malo es que para cuando llegó ese día, ella ya no vivía aquí. Así empezó Cuarto de primaria.
Volviendo a la chica, creo que es necesario indicar que ella, al igual que todas las demás chicas de mi salón, era algo difícil de alcanzar, casi inconquistable, para un chico de mis características. Además, no era yo el único admirador con el que esta chica contaba. Para nada, éramos varios, cada quien, supongo, haciendo su lucha a su manera, de tal forma que todos conocían perfectamente quienes eramos los enamorados de la señorita en cuestión sin que ella se diera cuenta realmente de que tenía fans. El tema de conversación en el receso no era otro más que "Oye, adonde se fue Fulana?", "viste qué bonita se veía hoy?", "a mí me dijo que su sandwich era de jamón", etc.
Pues bien, como yo no tenía idea de cómo manejar esa situación, me dije para mis adentros: "Cuando sea la fiesta del 16 de Septiembre, le declararé mi amor". Se llegaba la fiesta escolar y yo me acercaba a la jovencita, supuestamente decidido a tirar las barreras de la amistad para comenzar un noviazgo apasionado y auténtico, como cualquier noviazgo de Segundo de Primaria de aquella época, y siempre me quedaba con las palabras en la lengua. Llegado el momento, ésa declaración en particular era increíblemente difícil de pronunciar, a pesar de haber pasado horas el día anterior repitiendo una y otra vez la frase "quieres ser mi novia?" y de pensar que al día siguiente sería pan comido mencionarla frente a la depositaria de mi enamoramiento prematuro.
En aquel entonces, mi mejor amigo estaba en el salón de 2°B y me platicaba que su maestra titular los hacía escribir planas con la palabra "Medecina". Observabamos a la maestra y se nos hacía increíble que una profesora de español de un instituto tan respetable como el que nos veía entrar día con día tuviera el pequeño defecto de querer obligar a sus pupilos a escribir Medecina y no Medicina. A raíz de ese episodio ortográfico, no puedo mirar el letrero de una farmacia sin reír para mis adentros. Quien también rió al enterarse del episodio ortográfico fue la chica de la cual yo estaba perdidamente enamorado. Cada vez que reía, yo sentía que temblaba el suelo bajo mis pies, que el cielo partía las nubes en dos sólo para mostrarme el brillo del sol y mil cursilerías por el estilo. Yo solía escribir ese tipo de sensaciones melosas en una pequeña libretita barata que guardaba celosamente en un cajón, mismo que se vió ultrajado un día por mi mamá mientras buscaba unos lentes.
El error fue mío por poner mis primeras composiciones edulcoradas en el mismo cajón en el que mi madre guardaba sus lentes de confianza.
Ella se enteró de lo que me sucedía y a pesar de que yo estaba muerto de la pena, ella no dijo nada en especial y se limitó a devolverme mi libreta vieja, misma que jamás volví a usar. Después de ése hecho, que ha quedado grabado en mi memoria como luces de neón en un boulevard, procuré ser mas cauteloso con el enamoramiento, de modo que sólo yo llegué a enterarme por completo de las cosas que me sucedían, que llegué a considerar indelebles en su debido momento y que hoy he olvidado por completo. Pero existen algunas excepciones a esta amnesia involuntaria. Una de ellas consiste en el hecho de que jamás he podido hacer a un lado el recuerdo de aquel 30 de abril en el que tuve la oportunidad más clara de declararle mi amor a la citada chica. Aún siendo tan clara, esa oportunidad seguía pareciendo algo tan increíble que me hizo preguntarme durante todo ese día si realmente esa chica había estado tan cerca de mí como mis ojos me lo hicieron creer o si fue una clase de espejismo generado por el nerviosismo. Sí, al final resultó ser cierto, pero ya era demasiado tarde, puesto que el día había terminado y otra vez me había quedado con las palabras atoradas en la lengua.
La cosa no terminó allí. El siguiente año escolar se me fue, entre otras cosas, en buscar una oportunidad para darle a conocer mi amor de una vez por todas. No era una misión fácil puesto que yo estaba preocupado por otras cuestiones, como las malditas fracciones. Éstas operaciones en específico me provocaron sendos dolores de cabeza a lo largo del Tercer grado de primaria. Se me hacían completamente ilógicas e inútiles. Una prueba clara de ello es que jamás he ido a la tienda y dicho:
-Me puede dar por favor un cuarto menos de medio kilo de una octava parte del costal de papas?
Precisamente, siempre me quedaba como costal de papas cuando me hablaba la chica de la cual yo seguía brutalmente enamorado. A mis 8 años, el mundo me resultaba algo inmenso, amplio y lleno de oportunidades que parecían prometedoras pero sinceramente lejanas. Mi intención era conquistar a esa chica y mantener viva esa relación hasta el matrimonio, mismo que debía durar más o menos hasta el final de los tiempos. Ése pensamiento finalmente me orilló a tomar la determinación suficiente como para declararle mi amor de manera concisa, clara y directa.
Lo malo es que para cuando llegó ese día, ella ya no vivía aquí. Así empezó Cuarto de primaria.
10 comentarios:
AAAAY QUE LINDOOOO RECORDAR EL 2do DE PRIMARIA JAJA, INCREIBLE COMO ME MANTIENES PEGADA AL MONITOR AUN QUE SE PUEDO QUEDAR CIEGA LOS PROXIMOS 5 MINUTOS DESPUES DE ESTAR LEYENDO LO QUE ESCRIBES, DE CUALQUIER FORMA VALE LA PENA LOS 5 MIN DE MI DISTORCION VISUAL YA QUE ME GUSTA MUCHO LO QUE ESCRIBES!!!
Uyyy
No mames, el primer amor... o los primeros amores..
Siendo sinceros y aunque suene ridiculo, yo recuerdo que la primera niña de quien me enamoré fue como a los 4 o 5 años, se llamaba Laura, y me gustaba, era morenita, tenia el pelo corto, y le recuerdo por que aun tengo una foto con todos mis amiwis del preescolar, tu sabes, para esto de la generacion; y ahi esta ella, no se me olvida, ademas, lo que mas destaco en ella era una mochilita en forma de caparazon, y era de las TORTUGAS NINJA... (Increible pero de mi infancia tengo muchas memorias incluso de mis 2 años...)
Y lo mismo sentia, no sabia como se sentia eso, pero ahorita que lo recuerdo, estoy sintiendo bonito recordarla, y era chistoso por que no sabia como hacerle, la niña me llamaba muchisimo la atencion, mas creo que nunca le hable, creo que si, y fue para un bailable que organizaron para el dia de las madres creo,en donde teniamos que salir de RATONES VAQUEROS... jjjaaajjajajajjajaa
Y fue la unica vez que le hable, a los 2 o 3 meses me cabiaron de escuela (pinches cambios de escuela piteros), y un año mas tarde me vine a vivir al DF (por que yo vivia en el Estado de Mexico...)
Es de esas ocasiones que sientes cosquilleos en tu panza, y nervios, se te va la sangre a la cabeza y los cachetes se te ponen rojos... En tu caso al igual como yo, ella se fué al olvido, mas aun se le recuerda... Pero bueno, de todo lo pasado, lo mejor que nos queda conservar son esos recuerdos bonitos.. el mio asi fue y lo es...
Chida entrada marica... despues me pongo al corriente en blogger... por que no lo he checado y mas en tu blog... Camara
Mi primer amor lo conocí en el segundo día de primero de primaria. Era una rubia flaquita muy guapa que siempre llevaba una cola de caballo con un moño rojo. Aparte de que era difícil que dejara de pensar en ella en ese entonces, me la hacía recordar aquella canción de moda "La del Moño Colorado", que se escuchaba en cada esquina, camión, tienda, restaurant y mercado, te acuerdas? En los 6 años jamás le pude decir lo que sentía.
No se hasta que punto esos detalles influyen en toda tu vida. Aveces me pregunto que hubiera pasado si hubiera vencido el miedo y que tan diferente sería mi vida por ese hecho.
Yo también creía en la pendejada de que me iba casar con ella, ja.
Si, de hecho me pasaba algo similar con la canción del moño colorado, puesto que ella también llevaba uno. Nunca me gustó ni la canción ni el moñito mentado, prefería que se fuera a la escuela con su melenita castaña en estado natural, libre de cualquier broche o liga.
"Cuando me case con ella, -pensé- ella ya no va a usar ningun moño"
Ahh, romántico empedernido.
Jaja órale rodo leer tu texto me trajo gratas memorias de mis estúpidos e infantiles enamoramientos de primaria, es más en el kínder tenía una única y mejor amiga que siempre estaba conmigo a la cual yo llamaba "la burloncita" y realmente no recuerdo su nombre real....en el tercer año de primaria una niña llamada delia me enamoro estúpidamente y al año siguiente partió de la primaria para que poco después unos compañeros me contaran que ella también sentía algo por mi...y quinto y sexto me enamore locamente de una compañera de la cual no he vuelto a saber esa fue la primera ves que realmente me sentía loco por alguien y al parecer ella también veía algo en mi por un incidente que sucedió pero no estoy seguro....en primero y segundo de primaria estaba una persona de la cual no supe nada hasta entrar a la prepa y creo que en realidad ya no quiero saber nada más de aquella persona en particular...las vueltas que le da a uno la vida no? espectacular relato.
Yo la neta no recuerdo de algun amor en la primaria pero si en primero y segundo de secu.
Se siente bien culero que no te hagan caso :(
De niño atravezaba paredes... ahora de adulto atraviezo mujeres jajaja ah eso no jajaja...
Pero la neta... esos amorios en la niñez son la onda... esa ingenuidad nos hace pensar... sentir de una manera positiva... no esperas un rechazo o algo similar...
Qué tiempos... cómo quisiera pensar así en estos tiempos donde más lo necesitas en situaciones amorosas.
Saludos Rodo.
Yo se porqué mi mamá no te hizo comentario alguno cuando descubrió tu libretita...
La verdad es que unos cuantos años antes - yo diría que 8 - descubrió en mi cajón tambien una libretita... donde un amigo y yo habiamos dibujado con sigular explicites (o como sea que se escriba, me da hueva buscar, aunque después me dió mas hueva explicar que me daba hueva buscar y facil hubiera podido buscar la manera correcta de escribir esa palabra, si es que existe porque yo nunca la habia escuchado la verdad) bueno el chiste es que había en la dichosa libretita dibujitos explícitos del amor mismo...
Así que poemas de amor no le debieron causar ningun reparo....
Por cierto, yo creo que valdria la pena mencionar el nombre quien quita y vuelve para ser el amor de tu vida...
Aparte te sirve para cuando ya no te acuerdes... yo me arrepiento de no haber guardado por escrito esos recuerdos... al día de hoy mi memoria empieza en 2do de secundaria y ya empiezan a haber recuerdos vagos...
Ya habias nacido tu? creo que si....
Oye olvidaste tu playera hedionda en mi casa...
Tengo 2 propuestas para ti y para tus flans, digo fans. luego platicamos...
Saludos
Mi playera no es hedionda y sí, la extraño.
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