Hoy los baños están fuera de servicio (me explica un empleado que no es culpa de la escuela, sino del gobierno. ¿En dónde he oído eso antes?) y yo que quería estar un rato ahí sentado dejando que el presente, ese animalito cruel que se escurre entre mis dedos, me lleve a ti, a las partes de ti que puedo ver si uno las piezas de tu juego, del plan de tus fotografías.
Hoy no podré saludarte sino hasta bien entrada la noche. Perseguiré al perverso animalito durante todo el día. Se moverá entre mis papeles y mis ropas, entre las sillas y los libros, entre el cielo y las paredes, y yo no podré hacer gran cosa, sólo ver cómo transcurre el tiempo y esperar una tregua de su parte.
Hoy me será imposible hablar contigo a mediodía. Tendré que hacer un simulacro y repetirme, a manera de sedante, tus palabras y tus oraciones. Yyyyyyaaaaaa no sé qué hacer con este tiempo, y no ha pasado ni una hora. Nnnooo sé qué voy a hacer si sigo adentro de esta trama que, sin ti, es desoladora.
Los Ángeles, el suelo, los suéteres rosas, los acordes de "Well I wonder", los garabatos, las luces, las sonrisas, un litro de té que se enfría con lentas maneras, un collar que se balancea; un cinturón que brilla, quizás, sin querer; unos ojos tímidos que miran el infinito en el color de un bote de basura, un poquito de ti en todas partes. En todasssssss.
Sé que aunque las esquinas del aula y los renglones de un cuaderno me digan que un día miraremos juntos el correr de las horas, es algo difícil. La realidad siempre estará desnuda ante nosotros y siempre temblará de frío y de esa forma siempre nos tendrá a la espera, siempre pensando si hemos de seguir adelante, siempre siemmmmmmpre.
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