lunes, 17 de agosto de 2009

Pueblo



Mis ojos no me engañan. Eso que se ve a lo lejos, desde la ventanilla del camión, es un pueblito, y estoy seguro de ello puesto que mi catálogo de viajes me ha llevado a una docena de ellos, quizás más por designios del Altísimo que por intención o convicción propia. Que yo recuerde, jamás me he levantado de la cama y dicho "Papá, mamá, vamos a un pueblito". Si, sin duda me estoy acercando a un pueblito en toda la extensión de la palabra. Es una lástima que no tenga razones suficientes como para bajarme del autobús y caminar sus calles polvorientas. El camión va lleno de gente, sobre la cual no puedo opinar mucho. Algunos de ellos vienen, otros van. Vamos entrando al municipio de Encarnación de Díaz, o por lo menos eso es lo que yo creo. Algunos de los pasajeros de este camión probablemente están pensando "vamos saliendo del municipio de Lagos de Moreno". Por eso, insisto, algunos vienen, otros van.

Del pueblito en cuestión no sé mucho. Es más, me atrevería a decir que no sé nada. Sólo sé que el pueblito está ahí, que ha estado durante mucho tiempo en el mismo sitio y que ahí permanecerá un tiempo más, por lo menos hasta que se acabe el mundo, o se extinga la gente que lo habita. El camión se orilla a un lado de la carretera (éste camión es de esos que se detienen cada que ven un pulgar levantado) y se suben varios personajes. Estudiantes, rancheros, mamás e hijos, todos con un rostro justificable de incomodidad. Según mis teorías, los estudiantes se dirigen a Aguascalientes, los rancheros a algún otro rancho que se encuentre a medio camino, y las mamás con sus críos probablemente bajarán en alguna calle de Encarnación de Díaz. Todavía faltan incontables momentos para que se lleve a cabo alguno de esos acontecimientos. Mientras tanto, veo por la ventanilla al pueblito, que de alguna forma me observa con sus paredes de adobe y sus rejas azules, con las milpas abortadas y las vacas esqueléticas.

5 comentarios:

Addi. dijo...

Eso precisamente, es lo que más me agrada cuando viajo por las carreteras, en el medio de la nada, pueblitos empedrados con gente humilde, el verdadero paraiso, cuando mi vida se torne tranquila emigrare a uno de ellos.

pensamientos caldeados dijo...

pues la verdad,a mi me reconforta ver un pueblito ya que me trae asi como una sensacion de andar por sus calles y conocer un poco de su historia,cada pueblo tiene su historia,muy buen relato.


saludos

Alice. dijo...

Wow, nunca había pensado en un pueblito de esa detallada manera.

:O!

Addi. dijo...

La misma sensación que HB tiene con eso tengo yo...

Rodolfo Escobar dijo...

También me gusta ver los pueblitos polvorientos del centro del país a lo lejos mientras viajo (en el sureste todo es tan plano y verde que le quita el chiste). Cuando vivía en Morelos me gustaba sentarme en los huamuchiles en lo alto de los cerros a ver el atardecer sobre las rancherias, sobre todo en octubre-noviembre cuando ya todo esta seco y te llega el olor de la hierba quemada a lo lejos. Ah, que recuerdos! y mero ahora que de por si ando nostálgico.

Saludos