Una vez, hubo una llanura de tierra seca de color rojo que decidió invertir los colores de su paisaje.
Desde entonces, quedó como se ve en la foto de arriba.
Fin.
lunes, 31 de marzo de 2008
La Hecatombe
jueves, 27 de marzo de 2008
Verdad que te lo dije?
martes, 18 de marzo de 2008
El Apolónico y el Pozo
Apolonio: Cada día me cuesta mas trabajo despertar. Ayer pensé que moriría mientras dormía, pero mira, viviremos otro día más.
Juan: Sí. He estado pensando que al parecer algo de razón tenías con tu discurso del maltrato al mundo y esas cosas. Tengo miedo, sabes.
Apolonio: Es la realidad. Una cruda realidad, como cuando me enteré que Victoria me engañaba contigo.
Juan: Yo nunca sentí nada por ella. Bueno, sólo lo necesario.
Apolonio: ¿Necesario para qué?
(Silencio de Juan)
Apolonio: Odio cuando no hablas.
Juan: Algún dia agradecerás mis silencios. No serviría de nada saber lo que pasó. Ahora no sabemos donde está Victoria. Ni siquiera sabemos si sigue viva. ¿Para qué discutir? Si te lo hubiera dicho antes de toda esta catástrofe, por ejemplo, sí habría tenido sentido y probablemente me habrías matado. Pero ahora ya nada puede pasar. Ya ninguno de nosotros puede ir, por ejemplo, al infierno.
Apolonio: Odio cuando dices tantos "por ejemplos". Por ejemplo, ahorita. Y no tenías que mencionar al infierno.
Juan: Son precauciones.
Apolonio: Menos mal. (Una corta pausa) ¿Te digo algo?
Juan: ¿Qué pasa?
Apolonio: Te odio tan profundamente que no puedo creer cómo es que somos amigos.
Juan (sonriendo): Yo también te odio. Tenemos eso en común, por eso nos llevamos bien.
Apolonio (sonriendo): Menos mal. Lástima que me muero.
Juan: Sí.
Apolonio: ¡Tus monosílabos, carajo!
lunes, 17 de marzo de 2008
El Apolónico, las Alucinaciones (fragmento)
Apolonio: Juan, considero que el mundo ha llegado a su final. Estamos viviendo en el final de todo. Ha sufrido demasiado este mundo, casi ha desaparecido ¿No te das asco a ti mismo?
Juan: Tanto como asco, pues no. Me doy pena, que es diferente.
Apolonio: ¡No seas estúpido Juan! ¡Date cuenta que fuimos nosotros mismos los que nos colgamos y sellamos el futuro de este sitio!
(Silencio)
Juan: Apolonio, Apolonio.
Apolonio: ¿Qué pasa?
Juan: ¿Te has dado cuenta? Estamos muriendo. El cielo cambia de colores, y las nubes se han vuelto verdes. ¿Lo ves? Tanto discutir de tu pinche mundo y ya casi nos morimos nosotros.
Apolonio (tratando de ponerse en pie, sin éxito): Mmm, supongo que no nos queda mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo he pensado en el mundo y he dejado de pensar en mí mismo?
Juan: Mucho.
Apolonio: Ah.
Juan: Sí.
Apolonio: Odio cuando hablas con monosílabos.
Juan: Es que me muero.
Apolonio: Ah.
Juan: Odio cuando eres vengativo. ¡Cómo desearía no estar delirando, o muriéndome, o lo que sea que me esté pasando justo ahora!
Apolonio: Mejor dúermete, mañana se nos quitará lo delirantes, y quizás podremos seguir nuestro camino.
Juan: Bueno.
Apolonio: ¡Me cago en tus monosílabos!
martes, 11 de marzo de 2008
Cayetano y las Funciones Racionales
No les recomiendo que Cayetano les ayude con las tareas de Matemáticas. Es un fastidio total, repetitivo y castroso. No sólo no sabe nada del tema, sino que aparenta que lo sabe todo.
Primeramente me criticó por el hecho de pedirle ayuda. Es un globito pues, y al parecer quería ayudar, aunque su prepotencia de globo hizo que mi tarde de estudio se convirtiera en un martirio total.
-Te digo que estás mal, pero no me quieres hacer caso, si repruebas no va a ser mi culpa.- Me dijo Cayetano, en un problema de Funciones Racionales.
-No manches, pinchi globito hediondo, me vas a ayudar o no? No estoy aquí para que un trozo de plástico me sermonee!.- Le respondí un tanto desesperado.
-Oh que la chingada contigo, yo que sacrifico mi tiempo de globo para venir y ayudarte y tu que te pones como colegiala berrinchuda! No hay fianza en este país!.- Reclamó aun mas enojado el globito, quien parecía estar tramando algo. El muy desgraciado quizo suicidarse del coraje y se lanzó al bote de basura. Lástima para él, estaba lleno de papeles.
-Para la próxima, globito pandroso, estudias antes de venir a ayudarme, okey?.- Le reclamé, y pues asustado por su intento fallido de suicidio, mejor se puso a corregirme correctamente, sin reclamar. Luego de casi 2 horas de estar jorobando la borrega, finalmente entendió la lección:
"Un globo nunca puede ser maestro de matemáticas"
viernes, 7 de marzo de 2008
La hierba de San Bartolomé
Instantes atrás permanecía como anónima para gran parte de la población, a pesar de que su existencia era reconocida por los amos del camino, los choferes de trailer, quienes desde generaciones atrás conocían el poder de esta milenaria plantita. Si se toma como infusión, provoca insomnio, un efecto secundario que para los choferes de camiones de carga es bastante crucial. Qué chofer de trailer quiere chocar y despilfarrar esa valiosísima carga de jitomates sobre el asfalto? Nadie, supongo, y los que lo hacen es porque la tradición de la yerbita de San Bartolomé aún no se ha instalado en su rutina.
La hierba de San Bartolomé es usada también por veladores, guardias y cadeneros de antros. Estos últimos alegan que la bendita hierba de San Bartolomé aumenta su fuerza bruta, pero esto no se ha comprobado aún. Aunque pudiera ser que entre ustedes exista alguien previamente golpeado o humillado por alguno de estos sujetos, uno nunca sabe!
Las leyendas sostienen que la Hierba de San Bartolomé era usada por tribus Chichimecas provenientes del norte. Mediante algunos procedimientos, se podía obtener un pigmento, que era usado por los guerreros para pintarse la cara e infundir terror entre sus adversarios.
En los tiempos de la revolución, era famosa la "Pomada misionera de San Bartolomé". Los guerrilleros revolucionarios la usaban para curar heridas de todo tipo, dolores musculares, dolores intestinales, ronchas, piojos, caspa, pie de atleta y fragmentación de uñas. El problema es que la única persona en el mundo que la producía murió de causas naturales y sin revelar la lista de 58 ingredientes que contenía la pomada.
Con el tiempo la Hierba fue desapareciendo, y hoy es bastante complicado obtener un ejemplar para el uso personal. Que agradable es tener una en casa!
jueves, 6 de marzo de 2008
Yo ya añoro los días nublados
Para Mayo, según los cálculos de alguna que otra
persona de la tercera edad, comenzarán las lluvias. Con esto del cambio
climático y esas cochinadas pues definitivamente ya no se puede saber. A mi me valdría madres todo si lloviera siempre.
No es que no te quiera Sol, pero es que de verdad
ya me caíste mal.
P.D. Rompí las reglas, hoy tocaba alguna novelilla
pero no hubo respuesta pa'l borracho, tons mejor le di chance a la lluvia. El
que esté libre de pecado, arroje la primera piedra (nótese que yo ya no puedo
arrojar piedras)
lunes, 3 de marzo de 2008
Yo te juro que lo que ví no fue el fin del mundo
La noche había caído ya sobre la ciudad. Estaba en mi cuarto, leyendo alguna que otra cosa, trivialidades impresas para entretenerme, cuando mi madre me llamó para cenar. Salí del cuarto y me interceptó mi papá, que me señaló la pantalla del televisor. Estaba el noticiero.
Resulta que los Estados Unidos habían liberado, de forma accidental y estúpida, un misil con destino a un satélite espía ubicado en algún lugar de la estratósfera. Me alarmé de cierta forma, aunque estaba consciente de que los E.U.A. cometían constantemente ese tipo de estupideces. Sin embargo, al bajar a la cocina, no pasados ni dos minutos de haber despegado los ojos de la televisión del cuarto de mis padres, estaban pasando otra nota, ahora en la televisión del comedor, que anunciaba lo peor:
El misil caería sobre la tierra, y tenía la suficiente fuerza para destrozarla.
En ese instante, justo terminé de escuchar la nota, comencé a escuchar gritos desaforados anunciando el fin del mundo, el apocalipsis, la venida de Cristo, etcétera. Entonces pensé, mirando al suelo y con las manos frías, que moriría joven. Y eso fue algo detestable.
Salí al patio, hacía un frío tremendo. Pasaron por el cielo unas centellas de color rojo volando hacia todas partes y chocando entre sí, provocando explosiones y gritos aún mas aterradores entre la gente.
Podría decir que todo Lagos gritaba.
Entonces, mientras contaba mis últimos minutos, aparece en el cielo un gigantesco misil de color rojo que hacía que la tierra temblara aún estando en el aire. La gente gritaba, a mí me sudaban las manos, miraba a mis padres y ellos me miraban, ni nos despedimos, no sabíamos lo que sucedería.
El Misil tocó tierra, la explosión fue terrible, pero más bien fue como un terremoto gulivérico. La gente gritaba con más fuerza que antes y sus gritos eran aún mas desgarradores. Yo nunca supe si grité. El mundo había terminado ya, ¿de que servía gritar?
Entonces todo se puso negro. El experimento de Dios había terminado.